Columna de Claudio Pizarro, Managing Partner de CIS Consultores

El año 2022 marca el inicio de un nuevo ciclo político, económico, social y competitivo. Después de 18 meses de pandemia, nada es lo mismo. En 10 días más enfrentamos la elección más incierta en 30 años, donde nos jugamos el futuro de nuestro país. Sus consecuencias las viviremos por los próximos 10 años. Nada […]

Fecha Publicación

Noviembre 11, 2021

El año 2022 marca el inicio de un nuevo ciclo político, económico, social y competitivo. Después de 18 meses de pandemia, nada es lo mismo. En 10 días más enfrentamos la elección más incierta en 30 años, donde nos jugamos el futuro de nuestro país. Sus consecuencias las viviremos por los próximos 10 años. Nada de nueva normalidad, sino que nueva realidad. El crecimiento de dos dígitos de este año es una historia que no se repetirá, más aún con una inflación cercana al 7%.

Una vez terminados los estímulos monetarios y los retiros desde los fondos de pensiones, enfrentaremos una economía que crecerá en torno al 2%. Estaremos exigidos de una manera que no conocemos. El país está más endeudado, hay fuga de capitales y la inversión se detiene, todo lo cual se traduce en mayor incertidumbre.

En este escenario, tenemos la obligación de ser responsables y creativos, para lo cual se requiere conversar más y, sobre todo, construir más puntos de encuentro. En cada instancia, en la familia, en el barrio, en el colegio o en la universidad, en el trabajo y en la liga debemos ser capaces de lograr acuerdos. Por cierto, también en el Congreso y en la Convención Constitucional, ya que se trata de nuestra vida en común y, en un sentido estratégico, nadie gana si no cuidamos a todos los miembros de la comunidad.

En las empresas no podemos retirarnos a perseguir solo objetivos de mayor valor económico. Hoy están exigidas en materias ambientales, sociales y culturales. El juego competitivo que enfrentan es radicalmente distinto. Ahora se trata de ser agentes activos de la vida en común y, por supuesto, tienen mucho que aportar para crear valor económico, pero también valor público.

La invitación para el año 2022 es a construir acuerdos, amplios y robustos, que nos permitan avanzar. La tarea parte en los directorios y sigue en las gerencias. Esto mismo aplica para el Gobierno y el Congreso y, por cierto, a la Convención Constitucional. Necesitamos conversar y discutir más, ya que los acuerdos surgen de conocerse y confiar. El orden y la seguridad no se logran sin acuerdos, y los acuerdos no se logran sin confianza. No es posible confiar si no nos conocemos. La violencia se enfrenta con diálogo. Si bien puedo ser catalogado de naive, estoy convencido que cada uno de nosotros debe propiciar la libertad, cultivar los afectos y desenvolverse con honestidad para lograr acuerdos que privilegien nuestra vida en común. De  lo que se trata, en palabras de Aristóteles, es de construir una “ciudad buena”.

Imagen columna de opinión

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